Espíritus ígneos y un coro de grillos

Siempre que entro a una librería de viejo, me siento como una arqueóloga que excava donde ya han excavado todos pero que -aún así- espera encontrar los papiros perdidos de la biblioteca de Alejandría. La mayoría de las veces, salgo nada más con una buena oferta y ya. Sin embargo, hay veces que los astros me son favorables y me topo con un verdadero hallazgo. Es así como escarbando en un stand de libros usados en la Feria del libro Infantil y Juvenil de Xalapa, descubrí El lenguaje secreto de Hildegard von Bingen de Verónica Martínez Lira y Alejandra Reta Lira.
Desde hace tiempo he seguido el rastro de esta santa, filósofa, compositora y vidente alemana, así que me encantó poder conseguir una antología con su correspondencia y escritos. Resulta que la Sibila del Rhin (como la llaman algunos), no sólo era compositora, sino que también escribió tratados de botánica y medicina. Pero lo que me parece más alucinante de esta abadesa del siglo XII, es su necesidad de mezclar palabras en latín, griego y alemán para crear un lenguaje secreto capaz de abarcar la experiencia mística con toda su complejidad. Y esta Lingua ignota, como explicaba la misma Hildegard, estaba más cerca de sus sinfonías que de sus tratados científicos o místicos. Esto me hace pensar en otra Hildegard que en el siglo XX, junto con otros compositores y paisajistas sonoros, inició la búsqueda del ursound – el sonido primordial.
Y para que vean a qué me refiero, les comparto un fragmento del tratado Cause et Curae de Hildegard von Bingen sobre las melodías del firmamento:
”Mientras que el firmamento se mueve emite maravillosos sonidos, pero estamos tan lejos que no podemos escucharlos; hay veces que en el viento alcanzamos a oír levemente estas melodías. El firmamento es como la cabeza del hombre. El sol, la luna y las estrellas son como los ojos, El aire, como el oído. Los vientos, como el olfato. El rocío como el gusto y los costados de la tierra como los brazos, los pies y el tacto. Las criaturas que existen en el mundo son como el abdomen. La tierra es el corazón que une las partes superior e inferior del cuerpo.”
Esta sonidista errante dista mucho de ser santa, pero también se entretiene buscando melodías ocultas en esos sonidos que catalogamos como insignificantes. Y hasta ahí la comparación. Mezclo y reciclo al mil por ciento la misma grabación de campo (grillos cantando). Edición digital, salto mortal de una frecuencia a otra. Me clavo en la textura. Paisajista de ojos desorbitados, bajo el efecto de una sobredosis de cafeína, alucino que estos grillos urbanos son mis propios espíritus ígneos. Pero justo cuando estoy a punto de elevarme y de alcanzar el éter, me da hambre y decido ir mejor por el rollo primavera que me espera en el refrigerador. Espero nada más que nadie se lo haya comido…
Variaciones de grillos para Hildegard